Teoría de la Conspiración
Una teoría conspirativa afirma
que los atentados
del 11-S fueron favorecidos por la administración deGeorge W. Bush, con el fin de tener una excusa
para iniciar las guerras contra Afganistán e Irak.
Es
necesario señalar que el término «conspiración» es muy anterior al término
«teoría conspirativa», y la existencia de conspiraciones está bien demostrada
en la historia, el Derecho Penal, las leyes penales y sentencias de los tribunales.3 4Esto ilustra el hecho de que la
conspiración es y ha sido un comportamiento humano real y frecuente, mientras
que la validezdel
más reciente concepto de «teoría conspirativa» está abierta al debate.
Dado
que hechos que han tenido lugar por causa de una conspiración históricamente
demostrada son simplemente explicados como debidos a «conspiraciones»,
«complots», etc., el término «teoría de conspiración» generalmente se usa para
destacar la supuesta falta de justificación
epistémica adecuada de una explicación,5 destacando, en general, su
carácter de explicación «alternativa» a las «oficiales» o a la ofrecida por las
autoridades, y evaluándola como especulativa, falsa o intencionada por motivos
no lícitos.6
Índice
Terminología
Elemento
de un billete de un dólar americano donde figura el Ojo de la Providencia;
este símbolo pudo ser invocado como prueba de
una conspiración
mundial masónica o illuminati.
Dibujo conspiracionista
antisemita yantimasónico,
mostrando a la Francia Católica conducida por judíos yfrancmasones. 7
El
término «teoría conspirativa» se usa como descripción, para algunos neutral, de
cualquier aseveración de conspiración. «Conspirar» significa «unirse en secreto
acuerdo con el fin de efectuar un acto ilícito o impropio o para usar tal medio
para llevar a cabo un fin ilícito».8 Sin embargo, el término «teoría
conspirativa» también se usa para indicar un género narrativo que
incluye una amplia selección de argumentos (no necesariamente relacionados) a
favor de la existencia de grandes conspiraciones que en caso de ser ciertas
tendrían profundas implicaciones sociales y políticas.[cita requerida]
El
primer uso registrado de la expresión «teoría conspirativa» data de 1909.
Originalmente, se trataba de un término neutral, pero, durante los avatares
políticos de la década de 1960, el término adquirió su
actual sentido peyorativo.9 El término ingresó en un
suplemento al Oxford English
Dictionary a principios de 1997.10
En
un ensayo de Daniel Pipes, según
él, «adaptado de un estudio preparado para la CIA»,11 se intenta identificar las
creencias que distinguen la mentalidad conspirativa de patrones más
convencionales de pensamiento:
·
las apariencias
engañan;
·
las conspiraciones
conducen la historia;
·
nada es al azar;
·
el enemigo
siempre gana;
·
poder, fama,
dinero y sexo dan cuenta de todo.12
El
término «teoría conspirativa» es usado por académicos establecidos y en cultura popular para identificar un tipo
de folclore similar al de una leyenda urbana, especialmente un relato
explicativo que se construye con fallos metodológicos particulares.13 El término también se usa
peyorativamente para desestimar aseveraciones que se consideran mal concebidas, paranoicas,
sin fundamento, extravagantes, irracionales o no merecedoras de consideración
seria. Por ejemplo, los términos «chiflado conspirativo» y «teorizador
conspirativo» se usan en ocasiones peyorativamente. Algunos de los que
mantienen teorías o especulaciones que son tildadas de «teorías conspirativas»
rechazan el término por prejuicioso.[cita requerida]
El
hecho de que una aseveración conspirativa particular pueda tildarse de teoría
conspirativa de forma imparcial o neutral generacontroversia.
La teoría conspirativa se ha vuelto un término de alta carga política, y la
fuerte crítica de los «teorizadores conspirativos» por parte de académicos, políticos, psicólogos y medios supera
las líneas políticas tradicionales de derecha e izquierda.[cita requerida]
El
académico estadounidense Noam Chomsky contrasta la teoría
conspirativa como más o menos lo opuesto al análisis institucional, el cual se enfoca mayormente en
el comportamiento público a largo plazo de instituciones conocidas
públicamente, según se registra, por ejemplo, en documentos académicos o
reportes de medios de comunicación, en lugar de coaliciones secretas de
individuos.14 15
Tal
vez el aspecto más discutible es el problema de decidir la veracidad de una
teoría conspirativa en particular al punto de satisfacer tanto a sus
proponentes como a sus opositores. Las acusaciones particulares de conspiración
varían ampliamente en su verosimilitud, pero pueden aplicarse algunos
estándares comunes para evaluar el valor de verdad probable en cada caso
particular:
·
Navaja de Occam: ¿es el relato alternativo
más, o menos, probable que el relato establecido?
·
Metodología: ¿están bien construidas las
pruebas ofrecidas a favor del argumento, es decir, usando una metodología
contundente? ¿Hay algún estándar claro para determinar qué evidencia probaría o
refutaría la teoría?
·
Delatores:
¿cuántas personas (y de qué tipo) deben ser conspiradores leales?
Algunas
de estas pruebas pueden tener lados negativos también. Por ejemplo, una
aplicación excesiva de la «navaja de Occam» puede llevar a la aceptación de
visiones de la historia «sobresimplificadas».
También,
como ejemplo de los «delatores», puede argumentarse en contra de la teoría de
que «el cáncer es un hongo fácilmente curable» que «sería necesario mantener bajo
control las investigaciones de un número demasiado elevado de médicos y
oncólogos, por lo que tarde o temprano alguno de ellos revelaría la verdad».
A
menudo se objeta la aserción de que la no existencia de conspiración alguna se
demuestra con la falta de filtraciones o delatores. Dado el éxito del gobierno británico en hacer que miles de
personas mantuvieran la operación Operación MK Ultra en
secreto (y así asegurar que no pudiera publicarse ninguna historia confiable de
la Segunda Guerra
Mundial hasta la década de 1970), es obvio que esto no es un
indicador fiable. Tampoco hubo ninguna o casi ninguna filtración en
conspiraciones tales como el Holocausto o elterrorismo de Estado en Argentina en las décadas de 1970
y 1980. Además, la existencia de delatores no se suele exigir en
teorías conspirativas oficiales.
En
ocasiones, algunas alegaciones de conspiración particulares resultan fácilmente
verificables, como sucedió con el intento de encubrimiento por parte del
gobierno francés tras las acusaciones de Émile Zola en el caso Dreyfus, o con los esfuerzos de la
policía secreta del zar para fomentar el antisemitismo presentando Los
protocolos de los sabios de Sion como texto auténtico.16
Algunos
argumentan que la realidad de tales conspiraciones debe advertir sobre
cualquier desestimación casual de la teoría conspirativa. Muchos autores y
casas editoriales que publican sobre «teoría conspirativa», como Robert Anton Wilson y Disinfo,
usan conspiraciones verificadas como evidencia de lo que puede lograr una trama
secreta. Con ello buscan responder a la aseveración de que las conspiraciones
no existen o que cualquier teoría conspirativa es necesariamente falsa. Un
número de conspiraciones ciertas o posiblemente ciertas se citan siguiendo esas
líneas; la mafia, el complot contra Franklin D. Roosevelt en 1933,
el programa MK Ultra para el control de la mente,
varias participaciones de la CIA en golpes de estado, la operación Northwoods,
el testimonio en 1991 de Nayirah ante
el congreso de Estados Unidos con
el objetivo de conseguir el apoyo del público estadounidense para iniciar la Guerra del Golfo, el estudio Tuskegee de
sífilis no tratada en el varón negro, la conspiración del tranvía de General Motors, el
complot del Servicio Secreto Británico para desestabilizar al primer ministro Harold Wilson y el debate de conocimiento previo sobre Pearl Harbor,
entre otros.[cita requerida]
·
Las llamadas operaciones de
bandera falsa.
·
Las teorías
sobre el asesinato de Kennedy. El Comité
Selecto de la Cámara sobre Asesinatos fue establecido en 1976 para
investigar los asesinatos de John F. Kennedy y de Martin Luther King;
las investigaciones del comité duraron hasta 1978,
y en 1979 emitieron el informe final. En dicho
informe dijeron que, basándose en las pruebas disponibles, el presidente John
F. Kennedy fue probablemente asesinado como resultado de una conspiración. El Departamento
de Justicia, el FBI, la CIA y
la Comisión Warren fueron
severamente críticados por dicho comité por su pobre desempeño en las
investigaciones llevadas a cabo, y el Servicio Secreto fue tildado de
deficiente en su protección al Presidente.
·
El Holocausto, que durante la Segunda Guerra
Mundial fue considerado como un rumor sin fundamento o con
descripciones demasiado increíbles para ser ciertas.
·
Las intrigas y
las preparaciones golpistas por parte de generales derechistas, tras los
resultados de las elecciones
españolas de 1936, y finalmente la sublevación
del 18 de julio que condujo a la Guerra Civil Española.
·
La Operación MK Ultra,
programa de investigación secreto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)
de los Estados Unidos,
vinculado a los proyectos ARTICHOKE,BLUEBIRD, MKDELTA y CHATTER entre otros, que trataba de
encontrar métodos para controlar la mente, y que salió a la luz públicamente
gracias a la comisión Rockefelleren 1975;
en el momento de salir a la luz no tuvo mucha repercusión, pero varios años
después este sería bastante conocida.
·
La Operación Ajax: el golpe de
Estado iraní de 1953 fue una operación
orquestada por el Reino Unido y
los Estados Unidos para
derrocar al gobierno del primer ministroMohammad Mosaddeq y su gabinete. Gracias
a la labor de Kermit Roosevelt, que trabajaba para la CIA en una operación
encubierta, se sobornó a distintos cargos de las administraciones iraníes, lo
que facilitó el golpe.
·
El escándalo del Watergate sobre
las escuchas ilegales del presidente estadounidense Nixon a sus rivales del Partido
Demócrata.
·
La Operación Gladio.
·
La Operación
Blancanieves: nombre en clave para un conjunto de operaciones
coordinadas por L. Ron Hubbard —creador
de la cienciología— con el
fin de infiltrarse en elIRS, el FBI e
incluso la CIA; el objetivo consistía en obtener
información y beneficios para el culto.
·
Atentados contra
la Embajada
de Israel (1992) y la AMIA (1994)
en Buenos Aires por agentes iraníes, que
generaron varias teorías conspirativas en las que involucraban a grupos neonazis, grupos policiales, al gobierno de Siria e
incluso a un autoatentado frente a la hipótesis oficial que apuntaba a Hezbolá.
·
Los ataques con
ántrax en 2001, inicialmente atribuidos a Al Qaeda; más adelante se demostró que las
esporas provenían de un laboratorio del gobierno de Estados Unidos.17
·
La Guerra de Irak fue principalmente por el
petróleo (reconocido por Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal estadounidense
en aquella época); las supuestas armas de destrucción masiva de Sadam Hussein (el «casus belli»),
que sirvió como argumento para la invasión de Irak,
así como la supuesta vinculación de Al-Qaeda con el gobierno iraquí.[cita requerida]
·
Los continuos
sabotajes de Israel y Estados Unidos al programa nuclear
iraní;18 y los entrenamientos de la Fuerza Aérea Israelí para
un posible bombardeo de instalaciones nucleares.
·
La falsedad de las afirmaciones de algunas
personas del gobierno del Partido Popular español sobre los atentados del 11-M,19 20 21 22 23 consecuencia de la invasión y
posterior Guerra de Irak en
la que España se vio sumida, salpicando a Mariano Rajoy por las armas de
destrucción masiva,24 25 y a José María Aznar,26 incluido un engaño a Durão Barroso.27
·
La obsolescencia
programada; los productos tienen una vida limitada deliberadamente
en la lógica de la economía del consumismo.
Dado
su potencial dramático, las conspiraciones son un tema popular en novelas o
películas de acción y ciencia ficción. Una historia compleja se
rearregla como obra moral en
la que gente malvada produce eventos malos y gente buena identifica a aquellas
personas y las vence. Estas teorías conspirativas ficticias ofrecen narraciones
claras e intuitivas en las cuales el complot de los conspiradores encaja
estrechamente en las necesidades dramáticas del complot de la historia. Como se
mencionó anteriormente, el aspecto cui bono de las teorías conspirativas
semeja un elemento de historias de misterio: la búsqueda de un posible motivo
escondido.
·
Dr. Strangelove es
una comedia de 1964 sobre
la incredulidad hacia el conflicto nuclear moderno. El fin del mundo se
precipita por los engaños del General Jack D. Ripper, quien está al mando de un
ala aérea nuclear del Mando Aéreo
Estratégico. El General Ripper cree que hay una conspiración comunista que amenaza con «minar y
purificar» los «preciosos fluidos corporales» de los estadounidenses con agua
fluorizada.
·
Conspiración es
una película de suspense de 1997 sobre
un chófer de taxi (interpretado por Mel Gibson) que publica un boletín de noticias
en el que discute lo que él sospecha ser conspiraciones del gobierno,
resultando que una de ellas es cierta (posiblemente inspirada en el proyecto MK ultra).
·
The X-Files es
una popular serie de televisión emitida
durante la década de 1990 y
los primeros años de la década de 2000, la cual presenta las
investigaciones de dos intrépidos agentes del FBI, Fox Mulder y Dana Scully, quienes son en ocasiones ayudados
por un grupo de teorizadores conspirativos conocidos como Los pistoleros
solitarios. Muchos de los episodios tratan de un complot de invasión
extraterrestre supervisada por elementos como el Gobierno
de Estados Unidos, liderados por un individuo conocido como El Fumador y un todavía más misterioso
«Sindicato». El famoso eslogan de la serie,
«la verdad está ahí afuera», puede interpretarse como referencia a la
naturaleza psicológica de búsqueda de significado discutida abajo.
·
La novela de Umberto Eco El péndulo de
Foucault es una amplia y embrollada sátira sobre el conspiracionismo en la
que los personajes intentan construir una conspiración que abarca todo,
comenzando con los Templarios e
incluyendo a los bávaros Illuminati, los Rosacruces, los entusiastas de la Tierra hueca,
los cátaros e incluso los jesuitas.
·
Tambien de Umberto Eco, la novela Cemitério
de Praga trata de las orígenes de Los protocolos de los
Sábios del Sion y de sus consecuências.
·
El código Da Vinci es
una novela de Dan Brown que
explora un tema similar, sin la sátira, con la religión como foco: una conspiración de
la Iglesia Católica ha
intentado encubrir la «verdadera» historia de Jesús.
·
En Bones,
serie de la cadena estadounidense Fox, el
personaje de Jack Hodgins muestra en repetidas ocasiones ser seguidor de la
teoría conspirativa.
En
su trabajo de dos volúmenes Las sociedades abiertas y sus enemigos,
1938–1943, Karl Popper usa
el término «teoría conspirativa» para criticar las ideologías que conducen al fascismo, nazismo y comunismo[cita requerida].
Popper argumenta que el totalitarismo estuvo fundado en «teorías conspirativas»
que recurrían a complots imaginarios conducidos por escenarios paranoicos
predicados en el tribalismo, o racismo. No argumenta contra la existencia de
conspiraciones cotidianas (como se sugiere incorrectamente en mucha de la
literatura posterior). Incluso, usa el término «conspiración» para describir la
actividad política ordinaria en la Atenas clásica de Platón, quien es el principal objetivo de
ataque en la obra.
En
su crítica a los totalitarios del siglo XX, Popper escribe: «No deseo dar a
entender que las conspiraciones nunca ocurren. Al contrario, son fenómenos
sociales típicos».28
En
otro capítulo, añade: «Las conspiraciones ocurren, hay que admitirlo. Pero el
hecho destacado que, a pesar de la ocurrencia de conspiraciones, refutó la
teoría conspirativa es que pocas de estas conspiraciones son finalmente
exitosas. Los conspiradores rara vez consuman su conspiración».29
Popper propone la expresión «teoría
conspirativa de la sociedad» para criticar la metodología de los que considera
engañados por el «historicismo» (la reducción de la historia a una evidente e
ingenua distorsión a través de un análisis crudamente formulado, predicado en
una agenda repleta de suposiciones insensatas).30
Karl
Popper argumenta que la ciencia se escribe
como un conjunto de hipótesis falsables; aquellas teorías y aseveraciones
que no admiten ninguna posibilidad de falsación son consideradas metafísicas o no científicas. Críticos de
teorías conspirativas argumentan en ocasiones que muchas de ellas no son
falsables y por ello no pueden ser científicas. Esta acusación es a menudo
correcta, y es consecuencia de la estructura lógica de ciertas clases de
teorías conspirativas. Éstas toman la forma de aserciones
existenciales, alegando la existencia de alguna
acción u objeto sin especificar el sitio o momento en el que
puede observarse. La falta de observación del fenómeno es el resultado de
buscar en el lugar equivocado (esto es, de haber sido engañado por la
conspiración), lo cual hace imposible cualquier demostración de que la
conspiración no existe.
Sin
embargo, el uso de la falsabilidad como criterio para distinguir entre ciencia
y no ciencia ha sido criticado por un buen número de académicos. Entre ellos
destacan los una vez estudiantes de Popper: Thomas Kuhn, Paul Feyerabend e Imre Lakatos, que argumentan que ninguna teoría
es falsable en el sentido de Popper, y que como consecuencia Popper representa
erróneamente el proceso real de descubrimiento científico.31
Las
teorías conspirativas a menudo no se toman seriamente debido a que muchas de
ellas, casi por definición, carecen de evidencia verificable. Otros, por otro
lado, protestan contra la práctica de mencionar únicamente las teorías
conspirativas más ridículas, obviando las teorías conspirativas que han
resultado ciertas (tales como la conspiración para asesinar a Kennedy o el
Holocausto). Esto lleva a la pregunta de qué mecanismos podrían existir en la
cultura popular que lleven a la invención y diseminación subsiguiente de
teorías conspirativas.
En
búsqueda de respuestas a tal pregunta, la teoría conspirativa se ha vuelto un
tema de interés para sociólogos, psicólogos y expertos en folclore desde al menos la década de 1960, cuando el asesinato del
presidente de Estados Unidos John F. Kennedy provocó una respuesta del
público sin precedentes dirigida contra la versión oficial del caso según lo
expuso el Reporte de la Comisión Warren. El informe de dicha comisión
ha sido contradicho por el Comité
Selecto de la Cámara sobre Asesinatos, establecido en 1976,
que en su informe final concluye que el presidente John F. Kennedy fue
probablemente asesinado como resultado de una conspiración.
Una
visión del mundo que supuestamente tiene como centro teorías conspirativas en
el desarrollo de la historia se denomina en ocasiones como «conspiracionismo».
El historiador Richard
Hofstadter indicó el papel de la paranoia y
el conspiracionismo a lo largo de la historia de
Estados Unidos en su ensayo The Paranoid Style in American Politics, publicado en 1964.
El clásico de Bernard
Bailyn The Ideological Origins of the American Revolution (1967)
hace notar que en Estados Unidos puede encontrarse un fenómeno similar durante
el tiempo que precedió a la independencia estadounidense.32
El
término «conspiracionismo» fue popularizado por el académico Frank P. Mintz en
la década de 1980. El trabajo académico en
teorías conspirativas y conspiracionismo presenta un rango de hipótesis como
base de estudio del género. Entre los principales académicos del
conspiracionismo se encuentran: Hofstadter, Karl Popper, Michael
Barkun, Robert
Alan Goldberg, Daniel Pipes, Mark
Fenster, Mintz, Carl Sagan, George
Johnson y Gerald
Posner.
De
acuerdo con Mintz, el conspiracionismo denota «creencia en la primacía de
conspiraciones en el desarrollo de la historia»:33
El conspiracionismo satisface
las necesidades de diversos grupos políticos y sociales en Estados Unidos y
otras regiones. Identifica élites, las culpa por las catástrofes económicas y
sociales, y asume que las cosas serán mejores una vez la acción popular las
pueda remover de las posiciones de poder. Como tales, las teorías conspirativas
no tipifican una época o ideología particular.34
Frank P. Mintz
A
lo largo de la historia humana, algunos líderes políticos y económicos «han
sido» genuinamente la causa de enormes cantidades de muerte y miseria, y en
algunas ocasiones se vieron involucrados en conspiraciones, al tiempo que ahora
promueven teorías conspirativas sobre sus objetivos. Hitler y Stalin serían meramente los ejemplos más
prominentes; ha habido numerosos más.35
En
algunos casos ha habido aseveraciones acusadas de ser teorías conspirativas que
luego mostraron tener alguna base en los hechos (para ejemplos, ver abajo«Conspiraciones
verificadas»).36 37
La
idea de que la historia misma está controlada por grandes y duraderas
conspiraciones es desestimada por el historiador Bruce Cumings:
Pero si las conspiraciones existen, ellas raramente
mueven la historia; producen una diferencia al margen de cuando en cuando pero
con las consecuencias imprevistas de
una lógica fuera del control de sus autores: y este es el error de la «teoría
conspirativa». La historia se mueve por las amplias fuerzas y grandes
estructuras de las colectividades humanas.38
El
término «conspiracionismo» se usa en el trabajo de Michael
Kelly, Chip Berlet y
Matthew N. Lyons.
De
acuerdo con Berlet y Lyons, «El conspiracionismo es una forma narrativa
particular de articular un chivo expiatorio, la cual enmarca enemigos
satanizados como parte de un vasto e incisivo argumento contra el bien común,
mientras que valora el chivo expiatorio como un héroe para la alarma
resonante».39
Los
argumentos contra el conspiracionismo no suelen dirigirse a demostrar que está
siempre equivocado ni a analizar si es posible que acierte al menos algunas
veces, sino a, supuestamente, analizar los mecanismos psicológicos por los que
aparece. Esto, a juicio de algunos, quita legitimidad al mismo concepto de
«conspiracionismo» y a los argumentos «contra el conspiracionismo».
Muchas
personas tienden a responder a eventos o situaciones que han tenido un impacto
emocional en ellos tratando de darles sentido, típicamente en términos
espirituales, morales, políticos o científicos. Eventos que parecen resistirse
a tales interpretaciones pueden provocar que el sujeto busque con más premura
un significado, hasta que alcance uno que sea capaz de ofrecerle al sujeto
inquisidor la satisfacción emocional requerida.
En
otras ocasiones, el desarrollo de secuencias complejas de eventos, tales como
fenómenos políticos, son explicables, pero no en términos simples. Las teorías
conspirativas son a menudo preferidas por las personas como modo de entender lo
que está pasando a su alrededor sin tener que lidiar con las complejidades de
la historia o interacción política.
Como
historiador sociológico, Holger
Herwig encontró, estudiando explicaciones alemanas para el
origen de la Primera Guerra
Mundial, que «aquellos eventos que son más importantes son más
difíciles de entender porque atraen la mayor atención de inventores de mitos y
charlatanes».
Este
proceso normal de búsqueda de una explicación satisfactoria podría desviarse
por diversas influencias. Al nivel del individuo, las necesidades psicológicas
apremiantes pueden influir el proceso de tal forma que algunas de nuestras
herramientas mentales universales pueden imponer 'puntos ciegos' epistémicos. A nivel de grupo o sociológico,
los factores históricos pueden realizar el proceso de asignar significados
satisfactorios más o menos problemáticos.
Alternativamente,
las teorías conspirativas pueden surgir cuando la evidencia disponible en el
registro público no se corresponde con la versión común u oficial de los
eventos. En este sentido, las teorías conspirativas pueden servir en ocasiones
para resaltar 'puntos ciegos' en las interpretaciones comunes u oficiales de
los eventos.40
De
acuerdo con algunos psicólogos, una persona
que cree en una teoría conspirativa tiende a creer en otras; una persona que no
cree en una teoría conspirativa tiende a no creer en otra.41 Esto puede deberse a diferencias
en la información en que se basan las partes para formular sus conclusiones.
Existen
psicólogos que creen que la búsqueda de significado es común en el
conspiracionismo y en el desarrollo de teorías conspirativas, y que puede ser
suficientemente fuerte como para llevar ella sola a la primera formulación de
la idea[cita requerida].
Una vez concebida, el sesgo de confirmación y
la evasión de disonancia cognitiva pueden
reforzar la creencia. En un contexto donde una teoría conspirativa se ha vuelto
popular dentro de un grupo social, el reforzamiento
comunal puede igualmente jugar un papel.
Investigaciones
llevadas a cabo en la Universidad de Kent (Reino Unido) sugieren que las personas pueden
ser influenciadas por teorías conspirativas sin ser conscientes de que sus
actitudes han cambiado. Tras leer teorías conspirativas populares sobre la muerte de Diana de
Gales, participantes en este estudio estimaron correctamente qué
tanto las actitudes de sus pares habían cambiado, pero subestimaron
significativamente qué tanto sus propias actitudes habían cambiado para
volverse más a favor de las teorías conspirativas. Los autores concluyen que
las teorías conspirativas pueden por tanto tener un 'poder escondido' para
influir las creencias de las personas.42
Psicólogos humanistas sostienen
que, a pesar de que el cabale detrás de la
conspiración es casi siempre percibido como hostil, a menudo la idea de la
teoría conspirativa tiene un elemento de tranquilidad para sus creyentes. Esto
se debe, en parte, a que es más consolador pensar que las complicaciones y
trastornos en los asuntos humanos son creados por los seres humanos mismos en
lugar de por factores que escapan al control humano. La creencia en una
conspiración es un dispositivo mental que el creyente usa para asegurar a sí
mismo que ciertos hechos y circunstancias no son producto del azar, sino
originados por una inteligencia humana. Si un cabale está implicado en una
secuencia de eventos, siempre existe la esperanza, aunque débil, de ser capaz de
interferir en los actos del grupo conspirador, o bien de unirse al grupo y
ejercer un poco de ese mismo poder. Por último, la creencia en el poder de una
conspiración es una afirmación implícita de la dignidad humana —una afirmación,
a menudo inconsciente, pero necesaria, de que el hombre no es un ser totalmente
indefenso, sino que es responsable, al menos en cierta medida, de su propio
destino. 43
Algunos
historiadores han señalado el elemento de proyección
psicológica en el conspiracionismo; es decir, la atribución a
los supuestos «conspiradores» de características indeseables del ser. Richard
Hofstadter, en su ensayo The Paranoid Style in American Politics,
afirma que:
...es difícil resistirse a la
conclusión de que este enemigo es en muchos aspectos la proyección del ser; los
aspectos tanto ideales como inaceptables del ser se le atribuyen a él. El
enemigo puede ser el intelectual cosmopolita, pero el paranoico lo excederá en
el aparato de la erudición... el Ku Klux Klan imitó
al catolicismo al
punto de usar prendas sacerdotales, desarrollando un ritual elaborado y una
jerarquía igualmente elaborada. La John Birch Society simula
células comunistas y operación cuasi-secreta a través de grupos «frontales», y
realiza una persecución sin piedad de la guerra ideológica a lo largo de líneas
muy similares a las que encuentra en el enemigo comunista. Portavoces de varios
«cruzados» anticomunistas fundamentalistas expresan abiertamente su admiración
por la dedicación y disciplina que clama la causa comunista.
Richard Hofstadter
Hofstadter
también notó que la «libertad sexual» es un vicio frecuentemente atribuido al
grupo objetivo del conspiracionista, apreciando que «muy a menudo las fantasías
de verdaderos creyentes revelan fuertes escapes sadomasoquistas, vívamente
expresados, por ejemplo, en el deleite de antimasones con la crueldad de
castigos masónicos».44
Es
posible que ciertos sesgos epistémicos humanos básicos se proyecten
en el material bajo escrutinio. De acuerdo a un estudio, las personas aplican
una regla general por medio de la cual esperan que un evento significativo
tenga una causa significativa (esto puede reemplazarse por: la gente espera,
para algo extraordinario, una explicación extraordinaria).45 El estudio ofreció a tres
sujetos cuatro versiones de eventos en los cuales un presidente extranjero (a)
fue asesinado, (b) fue herido pero sobrevivió, (c) sobrevivió con heridas pero
luego murió de un ataque cardíaco, y (d) salió ileso. Los sujetos tendieron en
mayor medida a sospechar conspiración en los casos de los 'eventos importantes'
(en los que el presidente muere) en comparación a los otros casos a pesar de
que toda la demás evidencia disponible para ellos fue la misma.
Otra
regla epistémica general que puede aplicarse equívocamente a un misterio que
involucra otras personas es cui bono («¿quién se beneficia?»).
Esta sensibilidad a motivos ocultos de las demás personas podría ser un aspecto
ya sea evolucionado o enculturado de la conciencia humana,
pero, en cualquier caso, parece ser universal. Si el inquisidor carece de
acceso a los hechos relevantes del caso, o si hay intereses estructurales más
que motivos personales involucrados, este método de inquisición tenderá a
producir un reporte falsamente conspirativo de un evento impersonal[cita requerida].
El corolario directo de este sesgo epistémico en culturas precientíficas es la
tendencia a imaginar el mundo en términos de animismo. Objetos inanimados o sustancias de
significancia para las personas reciben un carácter fetichista y se suponen abrigar espíritus
malignos o benignos.
Lo
contrario de cui bono, y una posición generalmente útil cuando está
evaluándose una teoría conspirativa, es un corolario de la navaja de Occam. «Nunca atribuya a
conspiración lo que puede deberse a incompetencia». Es decir, eventos
importantes tienen una mayor probabilidad de deberse a fallos o descuidos de
una persona o grupo que a sus planes y esfuerzos.
Para
individuos relativamente poco comunes, una compulsión obsesiva a creer, probar o
repetir una teoría puede indicar una o más de varias enfermedades psicológicas
bien comprendidas y otras hipotéticas: paranoia, negación, esquizofrenia, síndrome
del mundo mezquino.46
Christopher Hitchens representa
las teorías conspirativas como 'humos exhaustos de la democracia', el resultado
ineludible de una gran cantidad de información circulante entre un gran número
de personas. Otros autores sociales y sociólogos argumentan que las teorías
conspirativas se producen de acuerdo a variables que pueden cambiar dentro de
una sociedad democrática (o de otro tipo).
Reportes
conspirativos pueden ser satisfactorios emocionalmente cuando ubican eventos en
un contexto moral entendible. El partidario de la teoría es capaz de asignar
responsabilidad moral por un evento o situación emocionalmente perturbadora a
un grupo de individuos claramente concebido. Crucialmente, tal grupo no incluye
al creyente. El creyente puede entonces sentirse excusado de cualquier responsabilidad
moral o política pues remediar cualquier falla institucional o social podría
ser la fuente efectiva de la disonancia.47
Donde
un comportamiento responsable se previene por las condiciones sociales o
simplemente va más allá de las habilidades de un individuo, la teoría
conspirativa facilita la descarga emocional o duelo que
requieren tales retos emocionales (según Erving Goffman)[cita requerida].
Como los pánicos morales,
las teorías conspirativas ocurren así más frecuentemente dentro de comunidades
que están experimentando aislamiento social o pérdida de poder
político.
Mark
Fenster argumenta que «sólo porque teorías conspirativas de amplio espectro
estén erradas no significa que estas no den con algo. Específicamente, dichas
teorías se dirigen ideológicamente a inequidades estructurales reales y
constituyen una respuesta a una sociedad civil fulminante y a la concentración
de propiedad de los medios de producción que,
juntos, dejan al sujeto político sin la habilidad de ser reconocido o de
significar algo en el reino público».48
Por
ejemplo, la forma contemporánea de antisemitismo se identifica en la Enciclopedia
Britannica de 1911 como una teoría conspirativa sirviendo al
autoentendimiento de laaristocracia europea,
cuyo poder social declinó con el ascenso de la sociedad burguesa.49
A
lo largo de la historia, el antisemitismo es prominente en las teorías
conspirativas. De acuerdo con Kenneth
S. Stern,
Históricamente, los judíos no se han llevado bien
con las teorías conspirativas. Tales ideas alimentan el antisemitismo. Los
mitos en que judíos mataron a Cristo, oenvenaron pozos,
o mataron
niños cristianos para cocer matzo, o se inventaron
el Holocausto, o traman el control del mundo, no se suceden unos a
otros; en cambio, la lista de bulos antisemíticos se alarga. El movimiento de
milicia hoy cree en la teoría conspirativa de los Protocolos,
incluso si algunos la llaman de otra manera y nunca mencionan a los judíos.
Desde la perspectiva de la historia, sabemos que este es el tipo de clima en
que el antisemitismo puede crecer.50
A
finales del siglo XX, varios
observadores notaron descensos en la participación electoral y en otras medidas
centrales del compromiso social. Como ejemplo prominente, véase la tesis de Robert Putnam Bowling Alone. Quienes fueron más
influenciados por este período, la llamada «Generación X», se caracterizan por su cinismo hacia las instituciones y
autoridades tradicionales, lo cual constituye un ejemplo del contexto de
pérdida de poder político mencionado anteriormente.
En
ese contexto, un individuo típico tenderá a estar más aislado de los tipos de
redes de pares que confieren acceso a amplias fuentes de información, y puede
desconfiar intuitivamente de cualquier aseveración hecha por ciertas personas,
medios u otras instituciones autorizadas. Para algunos individuos, la
consecuencia puede ser una tendencia a atribuir cualquier cosa negativa que
ocurra a la autoridad de la que se desconfía. Por ejemplo, algunos atribuyen
los atentados
del 11 de septiembre de 2001 a una conspiración que involucra
al gobierno de Estados Unidos (o
políticos desaprobados) en lugar de o junto con terroristas islámicos asociados
con Al Qaeda (véaseconspiraciones del
11-S). Tales cargos pueden también colorearse con motivación
política. Se hicieron cargos similares (en algunos círculos) según los cuales
la administración de Franklin D. Roosevelt del
gobierno de Estados Unidos fue de alguna manera culpable del ataque a Pearl Harbor en 1941.
Otra
crítica de las teorías conspirativas es que se basan en cierta visión del mundo
que puede o no ser correcta. Graham Allison, politólogo,
desarrolló este argumento en su libro, Essence of
Decision, y lo llamó informalmente el «teorema
de la racionalidad».
Básicamente,
Allison argumentó:
·
Muchas teorías
(incluyendo teorías conspirativas) se basan en el supuesto de expectativas
racionales. Bajo este supuesto, los eventos y decisiones se explican
con las respuestas racionales de grupos e individuos.
·
Sin embargo, grupos
e individuos no siempre actúan de manera racional.
·
Usando un
pensamiento racional, los individuos toman automáticamente un enfoque de «caja negra»
hacia los problemas, lo que significa que se concentran en los datos que
estaban disponibles y en los resultados pero fallan en no considerar otros
factores tales como burocracia, malentendidos,
desacuerdos, etc.
·
El pensamiento
racional viola en general la ley científica de falsabilidad, pues, de acuerdo con el teorema
de la racionalidad, no hay evento o grupo de eventos que no puedan explicarse
de una manera racional y decidida.
Aunque
Allison estudió principalmente la crisis de los
misiles de Cuba, en esencia ilustró el teorema de la racionalidad
haciendo referencia al ataque a Pearl Harbor,
específicamente la teoría de que las autoridades estadounidenses permitieron
intencionalmente que comenzara el ataque.
Allison
argumentó que, para que esta teoría conspirativa específica se cumpliese, los
análisis primero tenían que suponer que los oficiales actuaron
de una manera racional y que tuvieron completo acceso a toda la información que
indicaba que el ataque era inminente.
Sin
embargo, al examinar evidencias internas adicionales, Allison argumentó que,
mientras desde una perspectiva de caja negra, Estados Unidos tenía suficientes
evidencias del ataque a Pearl Harbor, una combinación de burocracia y
malentendidos fue la razón real de por qué sucedió el ataque. Por ejemplo,
Allison notó que evidencias del ataque venidero estaban dispersas en diferentes
departamentos gubernamentales, y no se combinó inmediatamente para crear una
imagen entera. Similarmente, algunas autoridades interpretaron erróneamente los
datos disponibles: el 7 de diciembre de 1941 la
base en Pearl Harbor estaba
de hecho en alerta, pero la alerta era por posible sabotaje japonés, no por un ataque aéreo
general.
Comentaristas
de los medios notan regularmente una tendencia en los medios de noticias y de
cultura popular a entender eventos a través del prisma de agentes individuales,
en contraposición a reportes estructurales o institucionales más complejos.51 Si esta es una observación
correcta, puede esperarse que la audiencia que demanda y consume este énfasis
sea más receptiva a informes personalizados y dramáticos de fenómenos sociales.
Un
segundo tropo de los medios, tal vez relacionado, es el esfuerzo por destinar
responsabilidades individuales a eventos negativos. Los medios tienden a
comenzar a buscar culpables si un evento es de tal importancia que no deja de
estar al orden del día durante varios días. En esta misma línea, se ha dicho
que el concepto de accidente puro ya no se permite en un artículo de noticias.52 Nuevamente, si esta es una
observación correcta, esta puede reflejar un cambio real en cómo el consumidor
de medios percibe los eventos negativos.
Aparte
de las controversias sobre
los méritos de aseveraciones conspirativas particulares y de las diversas
opiniones académicas discrepantes, la categoría general de teoría conspirativa
es en sí misma una materia controvertida.
El
término «teoría conspirativa» está considerado por diferentes observadores como
una descripción neutral de una aseveración conspirativa, un término peyorativo usado para desestimar tal
aseveración sin más examen,53 y un término que puede acogerse
positivamente por los proponentes de tal aseveración.
Algunos
usan el término para argumentos que pueden no creer completamente pero que
consideran radicales y emocionantes. El significado del término más ampliamente
aceptado es el que se comparte en el uso en cultura popular y en el académico,
que, de hecho, tiene implicaciones negativas para el valor de verdad probable
de un relato.
Dado
este entendimiento popular del término, es concebible que este pueda ser usado
ilegítima e inapropiadamente como medio de desestimación de lo que de hecho son
acusaciones sustanciales y bien evidenciadas. La legitimidad de cada uno de
tales usos será por tanto un asunto de controversia. Observadores desinteresados
compararán los rasgos de una alegación con los de la categoría mencionada
anteriormente, para efectos de determinar si un uso dado es legítimo o
perjudicial. En relación con esto, Michael Parenti ha usado el término conspirafobia (conspiracy
phobia).54 Este autor, asimismo, en uno de
sus artículos, llama a la CIA «una conspiración
institucionalizada».55
Ciertos
proponentes de aseveraciones conspirativas y sus partidarios argumentan que el
término es completamente ilegítimo y que debe considerarse precisamente tan
manipulador políticamente como la práctica soviética de tratar
disidentes políticos como dementes clínicos.56 Críticos de esta visión afirman
que el argumento tiene poco peso y que la afirmación misma sirve para exponer
la paranoia común
entre los teorizadores conspirativos. Por otra parte, Daniel Pipes, uno de los
que usan el término frecuentemente,57 incluso reconoce que algunos
informes los hizo por encargo de la CIA.58 Además, los críticos del
conspiracionismo suelen mencionar sólo las teorías conspirativas más ridículas
sin mencionar las conspiraciones que están históricamente demostradas.
Algunos
teóricos, como Charles Pigden, argumentan que la realidad de
tales conspiraciones históricamente comprobadas debería prevenirnos contra
cualquier rechazo apresurado de teorías conspirativas. Pigden, en su artículo
«Conspiracy Theories and the Conventional Wisdom»59 («Teorías de conspiración y la
sabiduría convencional») arguye que no sólo ocurren conspiraciones, sino que
cualquier miembro educado de la sociedad cree en al menos una de ellas; por
tanto, todos somos, de hecho, teóricos de la conspiración, se reconozca o no.
En
cualquier caso, vale la pena considerar que el mismo término «conspiración» es
muy anterior al término «teoría conspirativa», y está muy bien caracterizado en
la Historia, elDerecho Penal, las leyes penales y las sentencias de los Tribunales. Esto ilustra el hecho de que la
conspiración es y ha sido desde antaño un comportamiento humano muy real y muy
frecuente, mientras que la legitimidad del muy reciente concepto de «teoría
conspirativa» continúa abierta al debate.
En
el Derecho Penal está
bien caracterizado el concepto de «conspiración», aparte del hecho de que
muchas personas han sido condenadas por los Tribunales por tal motivo. El actual Código Penal de
España, de 1995, en su artículo 17.1
dice: «La conspiración existe cuando dos o más personas se conciertan para la
ejecución de un delito y resuelven
ejecutarlo».60 Los anteriores códigos penales
españoles también definían y castigaban la conspiración.61 En la legislación penal de otros
países también se castiga
la conspiración.
El
término «teoría conspirativa» es en sí mismo el objeto de un tipo de teoría
conspirativa que argumenta que quienes usan el término están manipulando a la
audiencia para desestimar el tema en discusión, ya sea en un intento deliberado
de ocultar la verdad o como engaño para conspiradores más pausados.[cita requerida]
Cuando
se ofrecen teorías conspirativas como aseveraciones oficiales (por ejemplo,
proviniendo de una autoridad gubernamental, tal como una agencia de
inteligencia), estas no se consideran usualmente como teorías conspirativas.
Por ejemplo, ciertas actividades del Comité
de Actividades Antiestadounidenses de la Cámara
de Representantes de los Estados Unidos pueden considerarse
como un intento oficial de promover una teoría conspirativa, aunque sus
aseveraciones son raramente referidas como tales. Se ha llegado a decir:
«¿Cuándo una teoría conspirativa no es una teoría conspirativa? Cuando es tu
propia teoría».53 Se ha señalado que muchas veces
las versiones oficiales son también teorías conspirativas62 aunque no se reconozcan como
tales. A tal efecto, se ha acuñado la expresión «teoría conspirativa oficial».
Surgen
más dificultades de la ambigüedad del término teoría. En el uso popular, este término se usa
a menudo para referirse a especulaciones sin fundamento o con bases débiles, lo
que lleva a la idea de que «no es una teoría conspirativa si es de hecho
cierta».
Por
otra parte, el uso del concepto de «teoría conspirativa» supone una
preocupación exclusiva o preponderante por los «falsos positivos» (creer en una
conspiración que no existe) sin prestar atención a la posibilidad de un «falso
negativo» (negar una conspiración que sí existe). Los que se ocupan del
fenómeno del conspiracionismo no se preocupan de si dichas teorías aciertan a
veces o no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario